"LA LOCURA DEL ARTE", HENRY JAMES

La locura del arte

EL ARTE DE LA CRÍTICA

La locura del arte, Henry James, 2014

Trabajamos en la oscuridad, hacemos lo que podemos y damos lo que poseemos. Nuestra duda es nuestra pasión y nuestra pasión es nuestra tarea.
El resto es la locura del arte.

Henry James fue un escritor dotado de un agudo sentido de lo literario que supo plasmar con acierto en sus novelas. Después, la crítica lo ha rondado incansable, con sus acercamientos artísticos, psicológicos o sociales. Cada intento consumía un punto de vista en la pretensión de comprender su arte, como la persecución de una clave que desvelase el misterio de su completud: el sentido del humor que despliega su oscuro estilo, la capacidad de conmover de unos personajes construidos bidimensionalmente alrededor de una idea, su habilidad técnica en el manejo del punto de vista narrativo (superando la tiranía de la narración omnisciente), la fuerza con que logra que el desarrollo de la trama atrape al lector, su innegable influencia en la literatura posterior... Fue alabado y denostado, engrandecido y vilipendiado (por H.G. Wells, por ejemplo), pero nadie fue capaz jamás de hablar de él como él mismo. Henry James fue su mejor crítico: no el más afín, sino el más certero, el más profundo, el más analítico, el más perspicaz.

Este verano, Lumen publicó esta joyita, La locura del arte: un libro cuidadosamente editado que recopila algunos de los textos donde el autor desgrana las piezas de su andamiaje literario, además de algunos ensayos sobre sus escritores favoritos (Shakespeare, Flaubert, George Eliot o Balzac). James habla de James como novelista y como crítico. Como ambos expone las dificultades y los logros del proceso creativo artístico, pero también la labor de guía y el poder lapidario de la crítica.


Retrato de Henry James

Verbi gratia:

Una obra de arte, por pequeña que sea, si es lo bastante sincera, puede vivificar e incluso dignificar los accidentes e incidentes de su desarrollo.

El héroe de ficción logra atraernos solo si es un ejemplo insigne, tan insigne como queramos, de nuestra propia forma de conciencia.

El esfuerzo del trabajo que implica, el tormento de la expresión, (...) no es sino el último refinamiento del privilegio del artista.
 
Lo real representa las cosas que quizá no podemos dejar de conocer (...). Por otro lado, lo romántico representa las cosas que, a pesar de todos los medios del mundo, de toda la riqueza y de todo el valor y de todo el ingenio y de toda la aventura, no podemos nunca conocer de forma directa; las cosas que solo nos llegan a través del hermoso circuito y el subterfugio de nuestros pensamientos y deseos.

La intensidad del esfuerzo creativo para meterse en la piel de la criatura es siempre una hermosa pasión. (...) Si el personaje tiene fuerza, que es la condición para que pueda ser testigo de todo, la obra tendrá fuerza en todos los aspectos.

La única razón para la existencia de una novela es su intento real de representar la vida.



Página de "La locura del arte"

Debe admitirse que las buenas novelas quedan muy comprometidas por las malas y que el campo en general de la novela sufre descrédito por exceso de producción. (...) Se ha vulgarizado, al igual que cualquier otra clase de literatura o cualquier cosa hoy en día, y ha demostrado ser accesible a la vulgarización más que otros géneros. Sin embargo, existe tanta diferencia como la que ha habido siempre entre una buena y una mala novela: (...) la buena pervive e irradia su luz y estimula nuestro deseo de perfección.

La única obligación que debemos exigir de antemano a una novela, sin que se nos pueda acusar de arbitrariedad, es que sea interesante (...). Las formas en las que ella tiene libertad para conseguir este resultado --el de interesarnos-- me parece que son innumerables y solo pueden resentirse si las marcamos o encerramos con normas. Son tan variadas como el temperamento del hombre y tienen éxito en la medida en que revelan una mente particular, diferente de las demás.

La ejecución pertenece solo al autor; para él eso es lo más personal; y para nosotros, ella es la que nos da la medida del escritor.


Despacho de Henry James 

Uno no escribirá una buena novela si no tiene sentido de la realidad; pero es difícil ofrecer una receta para lograr que ese sentido aparezca. La humanidad es inmensa y la realidad adopta millones de formas.

Nada podrá sustituir jamás al buen juicio de antaño del "me gusta" o no me gusta: la crítica más sofisticada no abolirá esa primitiva prueba final.

La esfera del arte es toda la vida, todo el sentimiento, toda la observación, toda la visión.

La historia y la novela, la idea y la forma, son la aguja y el hilo, y jamás he oído hablar de un gremio de sastres que recomendaran el uso del hilo sin la aguja o de la aguja sin el hilo.

Jamás una mente superficial producirá una buena novela.

En nuestra época, el lugar que la vieja fábula en prosa ocupa en el mundo se ha convertido (...) en el ejemplo de crecimiento más rápido y extravagante que podemos encontrar, un desarrollo que va más allá de lo intuido en cualquiera de sus tempranas apariciones. (...) El germen de la épica en general era más reconocible en el primer canto bárbaro que el germen de la novela, tal como la conocemos hoy: una primera anécdota contada para entretener. Realmente, a la novela le costó mucho llegar a tener conciencia de sí misma (...). En la actualidad el caudal no deja de crecer y, con frecuencia, parece que amenazara con anegar el campo entero de las letras.

La gran prosperidad de la ficción ha caminado en paralelo con otro "signo de los tiempos": la desmoralización, la vulgarización de la literatura en general, la familiaridad creciente de las formas de comunicación.

Que cualquier espécimen que ve la luz pueda esperar una "reseña" revela sencillamente hasta qué punto se ha hundido la crítica literaria (...). En nueve de cada diez casos, la reseña es un esfuerzo de la inteligencia tan ruinoso como la incompetencia del producto sobre el que farfulla.

Mientras el mundo no sea un vacío despoblado, el espejo devolverá una imagen. (...) Con franqueza, queda mucho por decir a aquellos que, a pesar de todos los valientes razonamientos, consideran que la ficción está enormemente amenazada.

El "reseñismo", una práctica que, en general, nada tiene que ver con el arte de la crítica.

El sentido crítico lejos de ser frecuente es más bien absolutamente raro y la posesión de las cualidades que lo hacen posible es una de las más altas distinciones. Es un don inestimablemente precioso y hermoso. (...) Tenemos demasiados maestrillos; (...) Uno ve la critico como el auténtico ayudante del artista, el guía que porta la antorcha, el intérprete, el hermano.

Y lo que sucede con las distintas clases de crítica es exactamente lo mismo que sucede con las distintas clases de arte: la mejor, la única de la que merece la pena hablar, es la que nace de la experiencia más activa.

 


Autógrafo de Henry James
La apreciación crítica más completa posible es el gran tributo que debemos rendir a la grandeza; y para hacerla merecedora de su función tenemos seguramente que conocer dónde nos situamos al hablar de ella.

Es el rebaño (referido a los creadores) más enorme vagando sin pastor (referido a la crítica) (...). Ha sucedido lo opuesto de lo que habría cabido esperar que sucediera. Los pastores han disminuido a medida que el rebaño crecía.

Los puntos débiles de un artista se debilitan con el tiempo y los fuertes se fortalecen, así que, en relación con la duración, nunca está de más tener tantos puntos fuertes como sea posible. Es el único modo que hemos encontrado --incluso en esta época de notable investigación de lo vulgar y fácil-- para no tener tantos puntos débiles que finalmente acaben por delatarnos.

Cuando, en ocasiones, tengo la tentación de preguntarme por qué, después de todo, deberíamos seguir hablando de la novela, (...) me parece ver que el pretexto más simple no se puede buscar en ninguna contrastada filosofía, ni en ningún motivo abstracto de nuestra perversidad o de nuestra frivolidad. La auténtica explicación de estas cosas la revela algún gran profesional, algún ejemplo concreto del arte, una amplia capa bajo la cual podamos arrastrarnos.

El signo más importante y general de la novela, que va de un desesperado experimento a otro, es el de ser siempre un esfuerzo de representación: ese es su principio y su fin.

Su desgracia, su descrédito (de la novela), lo que yo he llamado su estado de bancarrota entre nosotros, es la consecuencia natural de haber dejado, en gran medida, de ser artísticamente interesante. Se ha convertido en un artículo comercial, producido al por mayor y, en la medida que la vemos así, inevitablemente la rechazamos, cuando escasea el impulso crítico para compararla con los productos más preciosos de su misma naturaleza y que pensábamos que pertenecían a la categoría de lo artesanal.

Comentarios

  1. Tu mente no es superficial lo que explica que escribas tan bien, en opinión del autor que reseñas.
    Biquiños

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