"TELEGRAPH AVENUE", MICHAEL CHABON

Telegraph avenue


PASIONES COMPARTIDAS

Telegraph Avenue, Michael Chabon, 2012


En el molde de la Great american novel, Michael Chabon encaja de una forma llana, poco pretenciosa, con un tono fluido, tragicómico y coloquial, tratando unos temas obtenidos de la cultura popular, pero donde al final no todo es tan sencillo, ni tan accesible, ni tan cómodo como parece.



He tardado una hora en escribir lo anterior. Mientras lo hacía, mi hija de ocho años, que está pintando un cuadro en acrílico de proporciones descomunales en relación a su tamaño, me reclamaba una y otra vez para lograr un color específico o un determinado efecto, por no hablar de la ansiedad provocada por manchas indeseables en el suelo y disgustos ante desastres diversos. Así que me he levantado y sentado una docena de veces para calmar, limpiar, aconsejar, reñir e incluso pintar. Ahora tengo los dedos llenos de pintura y la cabeza llena de palabras. Me he sentido una auténtica artesana, una creadora global. Y me he dado cuenta de que, tal vez, la forma de Chabon de acoplarse al universo posmoderno, como intentaba exponer arriba, es algo así: una mezcla aparentemente caótica de temas y motivos fluyendo con ritmo tarantiniano donde los sueños, las ilusiones, los empeños de los personajes se ven afectados por las pequeñas situaciones involuntarias y cotidianas que van modificando inevitablemente eso que llanamente llamamos vida.



Cuadro de niña


Cuadro de niña



En Telegraph Avenue hay un núcleo absorbente, un motor que irradia efectos dramáticos llamado Brokeland records: una tienda de vinilos en un mundo cambiante, ese lugar cálido donde es fácil estar, donde surgen las amistades, las controversias, donde fluye la vida real (como Cheers, como el estanco de Smoke). A partir de este corazón agonizante, los dos protagonistas nos agarran porque son complejamente reales. Son antagónicos y agónicos, porque las situaciones que surgen en sus vidas les obligan a posicionarse, a aceptar, a renunciar, a luchar. Archy es negro, magnético, lúcido, susceptible; Nat es judío, oscuro, impertinente, ácido, arrebatado. Lo que les pasa nos podría pasar a nosotros. Les pasa que los tiempos cambian, que los sueños de juventud se desmoronan; les pasa que acechan los problemas de fidelidad, que la paternidad es un asunto complejo (tanto si tu padre es una antigua estrella del cine de serie B acabado y lleno de problemas, como si te aparece de la nada un hijo de catorce años en plena crisis de identidad sexual del que no tenías noticia); les pasa que existe la corrupción, el racismo, la dignidad aplastada por los convencionalismos y las exigencias cotidianas.



Telegraph avenue



Van surgiendo así ejes temáticos enfrentados, siguiendo el modelo de los dos protagonistas: sus mujeres respectivas (Gwen y Aviva), la simbología de David contra Goliat (la pequeña tienda y la megastore), maridos y mujeres, negros y blancos, padres e hijos, funky y jazz, lo analógico y lo digital... Incluso vemos una extensión estilística que recoge el ritmo fluido y trepidante (a medio camino entre Bruce Lee y Tarantino), hilado con metáforas y símiles que llegan a abrumar, donde el pathos se enfrenta a la comicidad, la humanidad al fetichismo, el costumbrismo al histrionismo, la inocencia a la crudeza más descarnada.


Michael Chabon es un raro caso de escritor antiacademicista, carente de pose intelectual y existencial. Se podría ver en su actitud una similitud con el sentir que manifiesta Archy al final del libro:


Lo importante no eran sus productos, ni tampoco la nostalgia. Lo importante era el vecindario, aquel espacio donde las penas compartidas se podían ahogar en pasiones compartidas a medida que las conversaciones se iban volviendo cada vez más eruditas y descabelladas.


Lo importante es el amor, y la amistad, y luchar por lo que crees; lo importante es la honestidad. En la Gran novela americana también tienen cabida la subcultura, la tercera persona omnisciente, la tristeza cotidiana y un gran sentido del humor en la forma de narrar.

Comentarios

  1. Si el libro es la mitad de interesante que la reseña, dan ganas de leerlo.

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    1. ¡Ánimo y a por él! (Aunque luego me dirás: ¡Es de los tuyos...!)

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