Don Ezequiel


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Recordad que hay ser alumno del I.E.S. O Couto y que el texto no debe contener faltas de ortografía ni errores graves de expresión y redacción. Si lo necesitáis, podéis pedirme ayuda para la corrección o enviarme una copia por correo para su revisión.

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Este cuento lo envía Isaac. Se trata de un conmovedor relato acerca de un maestro muy especial...

 

 DON EZEQUIEL

"-¿Quién fue tu mejor profesor? 

La pregunta era sencilla y fácil de responder. No dudé ni un momento, respondí casi al momento de que mi interlocutor terminara de formular dicha pregunta.

- Sin pensármelo dos veces -respondí-  fue Ignacio.

Y en verdad lo era. Lo recuerdo y lo recordaré siempre como la persona que fue. Un hombre que era al mismo tiempo: caritativo y ávaro, amargo y dulce, raro y convencional, ateo y creyente, ...

 Era caritativo porque todos los días ayudaba a diez personas, haciéndoles grandes o pequeños favores, sin pedir nada a cambio. Eran diez o más ¿ Y porqué diez y no cualquier otro número? Pues porque como su trabajo era el de calificar a niños con notas que se encontraban entre el cero y el diez, pues le gustaba aquel número que simbolizaba en su imaginario la perfección. Pero era avaro. No con la gente, solo consigo mismo. No le gustaba premiarse, no hablaba de sí mismo. Si algún día quería deleitarnos con una de sus anécdotas y era algo que le había acontecido a él, lo ponía en boca de algún supuesto amigo o amiga suyo. Todos lo sabíamos, pero respetábamos su forma de explicar.

Era amargo porque su cara en un primer momento solo mostraba tristeza y hasta algo de rencor. Sus arrugas eran prodigiosas y se encontraban en su cara en gran número, todo debido a su ceño siempre fruncido. Pero era dulce, porque lo que pretendía era esconderse del exterior. Era bueno, demasiado bueno. Por eso se escondía con espinas. Realmente era una rosa silvestre que de miedo se encierra con punzantes espinas.

Era raro porque tenía gustos personales. Las manías de su mente eran innumerables y su forma de comportarse un misterio que parecía ser solo explicable con el azar. Pero era convencional porque era raro.
Era ateo porque no creía en Dios. Tampoco en superhombres, ni salvadores. No creía en nadie. Para él "alguien" nunca fue algo donde depositar sus esperanzas. Pero era creyente, porque albergaba gran fe. Y esa fe estaba destinada a los grupos, a las personas, ... Creía en la gente, en la sociedad en su conjunto.  No quería que viniese nadie a resolver los problemas del mundo. Quería que el mundo fuese salvado por todos y todas los habitantes de este. Pretendía que el delegar los papeles importantes en otros nunca acababa bien.  

Y así era mi maestro. Un hombre que ahora no tiene edad, porque hace ya un tiempo que dejó de cumplir años. Y dejó de recordar, porque ya no le hace falta. Y no le hace falta ni recordar su nombre, pues ya no quiere tenerlo. Y no quiere tenerlo porque dejó de ser alguien. Y dejó de ser alguien cuando dejó de hacerle falta su boca. Y dejó de hacerle falta su boca porque ya había dicho todo lo que tenía que decir. Y dijo todo lo que tenía que decir porque estaba muerto. Y está muerto porque vivió todo lo que tuvo que vivir."


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